domingo, 12 de septiembre de 2010

La veleta en el viento 2



Te fuiste hace más de una semana, llevándote contigo nuestra amistad enfrascada en una litrona. Ahogaste en ella tu frustración, nacida de la nada y adornada con excusas de un ser débil, tan frágil como el último beso tras una ruptura. Contigo se han ido las horas que habíamos pactado, y hemos dejado de subir al cielo de los imposibles, precisamente porque habría sido imposible llegar al final. Te quedaban metros hasta la meta, pero la rendición ha llegado antes y la decepción ha vuelto.
Has decidido de nuevo convertir esta ciudad en un gran dormitorio por enésima vez, para dejar de moverte de nuevo, tumbándote a esperar no se si el milagro o la muerte; pero sea cual sea tu cama ahora, tu veleta está congelada y ya no hace caso a los mandatos del viento.
Sólo espero que regreses a tu lucidez, a todo lo que nos cautivó en su día y que nos hizo imaginar contigo un triunfo que has querido celebrar poco antes de su llegada. Aprender de ti es lo que nos queda para poder entender en alguna medida lo que ha ocurrido.
Ahora, sintiéndolo mucho por ti, tendremos que ventilar la casa abriendo todas las ventanas.