lunes, 16 de febrero de 2009

Noche de fueguitos

"Ese Cheskuu!!..." Su voz resonaba al otro lado del móvil con una intensidad sólo explicada por la alegría inmensa de quien se sabe feliz, para pasar a explicarme dónde estaba el sitio en cuestión, ya que me había perdido.
Una vez allí, los dos en un sólo camino, con todo lo que necesitaban alrededor del mismo techo de uralita. Una gran mesa de comida, dos grandes recipientes de bebida y en mayor proporción, todo nuestro cariño envasado al vacío, a punto de estallar en una tarde que se convertiría en noche de brasas, guitarra y cante.
Seguramente, recuerdan en estos días todos los años pasados, todas las noches de juerga, todos los problemas resueltos, bailando mientras hacen equilibrios en la cuerda que separa el pasado del mañana. Pero sobre todo, no tienen miedo, no lo conocen, porque están agarrados de la mano y se saben amantes y amados a partes iguales. Y cuando rememoran ahora sus lunas pasadas, su alma, seguramente, se inunda en suspiros, porque entienden que no habrá más lunas sin que sean compartidas.
Nuestras miradas todas puestas en ellos: un ensayo de vals aderezado por una sonrisa común de ambos, que se miraban como si fueran a olvidarse mañana; y representando al futuro que está por escribirse todavía, se debatía entre bailes y lloros Miguelín, que a través de sus ojos de luna clara, observaba a un grupo de locos dando brillo y color a un polígono industrial. Todo girando en torno a dos fuegos que ahora, como dice Galeano, "arden la vida con tanta intensidad, que no se puede mirarlos sin parpadear".
Ellos ya cuentan hacía atrás las horas que les faltan para estar juntos, al tiempo que nosotros les acompañamos en la distancia, vigilantes, procurando que jamás puedan olvidar lo que están viviendo, lo que están a punto de vivir.

domingo, 8 de febrero de 2009

Próxima salida

Paso todas las tardes en una estación de autobuses. Cada día cruza por sus pasillos gran cantidad de gente, cada día puedo observar muchas piernas a punto de marchar, o regresando de su aventura. Los viernes la estación recibe más caminos cruzados que un día normal: un grupo de estudiantes con sus mochilas, dos amigas que saltan de alegría al reencontrarse en la entrada, donde me estoy fumando un cigarro, vagabundos que tienen establecido su campamento en los bancos del centro de la gran sala de espera; el camarero de la cafetería que cada día atiende a viajeros de todas partes...
Las estaciones son de los pocos sitios sociales en los que sabes que tardarás mucho en volver a ver a las personas que cruzan por ellas; no son igual que nuestro lugar de trabajo, que nuestra bar de siempre, el mercado, el lugar de vacaciones familiar, o nuestro pueblo natal... donde sabes que vas a ver a la gente de siempre, ya los conoces y están contigo.
Pero en las estaciones sólo tienes una oportunidad normalmente para ver a una determinada persona.
En mi estación estoy sentado con las manos en mis bolsillos, protegiéndome del frío; diviso frente a mí al gran vehículo en el andén, esperando. Tengo la sensación de que voy a perderlo, a pesar de haber llegado con puntualidad inglesa; sin embargo, sigo sentado en mi banco, con mis manos protegidas, tarareando algún soniquete, e inmóvil.

Será mejor que saque ya el billete, antes de que se escape...

martes, 3 de febrero de 2009

Días grises...por tu culpa


Pero vamos a ver...¿dónde te metes? Esta mañana al llegar a la oficina, iluminabas un rinconcito detrás de la puerta, que me ha sorprendido al pensar que algo se había quedado encendido...pero ¡eras tú! Llevas tanto tiempo escondido que casi ni recuerdo ya cuando deslumbrabas mi mirada y no te dejabas observar fijamente, a no ser que te disfrazaras de luna entre la niebla.
La lluvia te gana por ahora en este 2009. Ella se cuela entre candelas, que el fin de semana han quemado algo más que unos troncos... Me ha dado por pensar que no tenía nada que quemar del 2008, porque es un año que sigue ardiendo en mi interior y que no quiero que se apague nunca. Y sin caer en nostalgias, me sigo acordando de todo lo que me ha regalado, sobre todo unos ojos verdes...
...¿cómo quemar algo de sus días? Además, respeto a la gente que quiera quemar partes negras de su pasado, pero a mí personalmente, ahora, me ha dado por pensar que no quiero quemar nada, porque yo tampoco quiero arder en un olvido ajeno.
Como te iba contando, ahora vuelves a colarte por la ventana, pero se que será por pocos minutos, porque aquellas nubes del fondo te volverán a arropar...pues nada, descansa que luego te tocará brillar unos pocos meses, pero que sepas que te echo mucho de menos...