viernes, 12 de abril de 2013

Traces de temps

A Rosa



-¿Has leído este libro? ¿Conoces a la mujer de la portada?
-No.
-Pues este es el primer paso.
Desde que mi trabajo me obligó a descubrir la biografía de Margarita Xirgu, la actriz catalana decisiva para el nacimiento del Festival de Mérida me ha regalado muchas cosas. Tras conocer su historia todo lo que hice giró en torno a su figura, tornando el rumbo de súbito y de paso salvándome día a día de fantasmas con forma de caja negra, amenazantes, dispuestos a devorar mis recuerdos sangrantes entre sus fauces.
Después de un tiempo entre focos, barras de bar de jardín, cajas de agua, trastos y ruinas milenarias, llegó una etapa de soledad de despacho. Ante una pantalla de ordenador y su escáner, debíamos digitalizar los 75 años del evento, reflejados en fotografías, programas de mano, carteles, datos, autores, directores… En la dulce rutina de aquellos días, un correo electrónico que bien podía haber sido uno más entre mil peticiones, resultó ser el único contacto con el exterior por parte de aquel malogrado centro de investigación. La remitente era María Rosa Padilla, integrante de Le Espai Xirgu, un grupo de teatro de Molins de Rei, localidad natal del mito. Solicitaba a los responsables del evento material y documentación acerca de la trayectoria de Margarita Xirgu, sobre todo en su idílico romance con el teatro romano. Sin dudar le enviamos todo lo que teníamos, y a partir de ahí surgió una amistad que ha llegado hasta hoy, cuando he oído su voz por primera vez.
No te conozco en persona Rosa, pero se mucho sobre ti. Se de tu lealtad completa a los tuyos, de tu generosidad sin límites, de lo que sufres con esa maldita enfermedad que a todos nos toca de cerca. De tu energía desprendida. De tu fuerza. Sé que tienes un grupo de teatro que cuando sube a las tablas se llena de vida y arrincona por un momento los problemas. Que está unido, que lucha contra toda adversidad pública o privada, que no se rinde. Hoy me has devuelto por un momento a la mesa de aquel despacho. Las horas dormidas y malditas de mi paso por el festival se han levantado una por una para pasar por mi mente como en el último trago, a velocidad de copa y risa, entre amigos eternos y amores violentos.
Si algún regalo tengo que agradecer a la Xirgu ese es tu amistad. Vuestro cariño. A veces digo que tengo una abuela postiza y catalana. Todas las etapas de nuestra vida nos dejan una marca tras su partida. Este tiempo en el festival desde luego que me ha dejado más de una, pero ésta es sin duda para mí la más entrañable.
Saberte cerca, Rosa, me hace verme desde otro lado del espejo, que siempre anda escondido. Mucho tiene que ahogarse para hacer ruido, pero en parte gracias a ti, cuando ruge es tan potente que hace temblar los mismos cimientos de mis ruinas milenarias, ésas, que en secreto nocturno, quieren brillar siempre.
Gracias por colmarme entre bambalinas, amiga.