La última noche del año siempre es especial, da igual el "plan" que se tenga. Desde el que decide quedarse en su casa, hasta el que tiene que trabajar, pasando por las juergas desmadradas, la taberna de todos los años, en un lugar de lo más exótico, con tu pareja o pensando a tu pareja que está lejos... La nochevieja es para todos, una noche diferente.
La mía me ha devuelto muchas cosas que el final de este 2008 se había empeñado en quitarme. He vuelto a sentirme libre tras una nube de tormentas continuadas que me tenía atado al mastil de un buque, en alta mar. Y es que la vida, a veces te proporciona un cambio duro, pero necesario para demostrarte a ti mismo que todavía te queda algo importante, de valor. Lo tienes en tu poder, lo sabes, pero en muchas grietas del día a día, enajenas tu memoria y olvidas que lo posees. Es en esos instantes cuando se sufre más, precisamente por esa certeza que te recome al sentirte mal. Pero era Navidad...
Jose Luis canta al sing star disney con todas sus ganas desde su vitalidad de 3 añitos; compruebo cómo todos los niños de mis amigos están sanos, creciendo alegres, y haciendo felices a sus padres; rememoramos tiempos de grupos de música que nos inventabamos en la adolescencia, y reímos alegres, a medio camino entre la vergüenza y el orgullo; me despierto el primer día del año en una habitación de hotel, y no tengo resaca, así que salgo a la ventana y dejo que el sol de un gran día me caliente, seguro de haber estado dónde tenía que estar...
y anhelo en la distancia dos lunas verdes, que estaban apagándose y que hoy brillan con tanta intensidad, que anulan al resto de estrellas de la noche.
Ellas iluminan mi isla... y en estos momentos, la luz choca en las rocas...
y tiene un aspecto maravilloso.
2 comentarios:
Eres tan especial...
Qué buen rollo me ha dado tu entrada...
Nos vemos este año, cariño. Nos abrazamos.
Que sea muy feliz.
me encanta saber que en momentos tan especiales tienes esas dos lunas verdes en mente, te quiero.
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