Mi amiga Mely está, como ella dice en su messenger, a 3327 kilómetros de Mérida, desactivando minas antipersona en el Líbano. Se dedica a eliminar restos de guerras que acontecieron en el pasado, para que los inocentes del futuro no tengan que verse con algún miembro amputado.
En estos días, estoy inmerso en medio de una guerra a la que no había sido invitado; yo deambulaba por mi país, cercano a este campo de batalla en el que me encuentro ahora, y en mi país no había guerras, acaso rencillas internas, pero no guerras. Hoy estoy en medio de dos bandos, en el centro justo colocado, y me ha llegado toda la metralla de ambas partes, que se disputan el "cetro de la razón", quedándome sin batalla, sin "misión" y sin AK-47. Lo más duro es que la sangre resultante de esos disparos salpica a la gente que menos lo merece, y me cuesta cada día horas de limpieza.
La guerra nunca me ha gustado, no me gusta y nunca me gustará.
Cuando Mely regrese sana y salva quedaré con ella para tomar un café, y de ese modo, me enseñe a evitar minas antipersonas, enterradas a traición en este escenario que llamamos vida.
En estos días, estoy inmerso en medio de una guerra a la que no había sido invitado; yo deambulaba por mi país, cercano a este campo de batalla en el que me encuentro ahora, y en mi país no había guerras, acaso rencillas internas, pero no guerras. Hoy estoy en medio de dos bandos, en el centro justo colocado, y me ha llegado toda la metralla de ambas partes, que se disputan el "cetro de la razón", quedándome sin batalla, sin "misión" y sin AK-47. Lo más duro es que la sangre resultante de esos disparos salpica a la gente que menos lo merece, y me cuesta cada día horas de limpieza.
La guerra nunca me ha gustado, no me gusta y nunca me gustará.
Cuando Mely regrese sana y salva quedaré con ella para tomar un café, y de ese modo, me enseñe a evitar minas antipersonas, enterradas a traición en este escenario que llamamos vida.