sábado, 25 de abril de 2009

Para seguir

En las clases de interpretación, Carmen siempre nos decía que dejáramos la mente en blanco, y la ocupáramos con la sensación de volver a ser niños. Jugar, jugar y jugar, esa era la consigna. No se por qué me acuerdo en estos días de sus palabras. Supongo que haciendo acopio de estos meses, necesito volver a jugar, a sentirme un niño sin más preocupación que la de saber a qué hora ponen Barrio Sésamo, y si habrá Nocilla en la despensa, olvidando así mis demonios internos, mis errores cometidos, los problemas típicos de alguien que crece sin parar y sin poder evitarlo.

Hace sol en el bosque, en el que hoy jugarán mis sobrinos con los duendes que en él habitan, y por unas horas olvidaré que todo ha cambiado, que todo cambia cada día cuando te levantas, y que dependiendo de la fuerza que tengas para mirar a derecha e izquierda en la calle, así saldrán las cosas. Sólo uno mismo desde su fuero interno puede cambiarlas. Sólo yo, sólo conmigo.
Sonia dice que esta etapa de la vida es la más hermosa. Rodrigo por su parte, me confesaba hace unas semanas que jamás volverá a vivir algo tan especial como la década de los 20 a los 30.

Hoy en día, me siento entre ambas definiciones. Se que algo bueno me espera, pero por ahora miro atrás sin poder evitarlo. Es como caminar por el borde de un acantilado: miras de reojo al imponente horizonte lleno de belleza, y al tiempo, te guardas mucho de no resbalar, vigilando cuidadosamente cada paso que vas dando.
Por ahora, alzaré los brazos en cruz por ese borde de playa, para jugar a ser equilibrista. Esa es la consigna, jugar...



lunes, 13 de abril de 2009

Reencuentros de cinco cuerdas

Foto: Albergue Sta. María de Guadalupe. Puerto Roque. Valencia de Alcántara (Cáceres)


Jennifer tenía una mirada extraña desde su tierna edad a pesar de sus preciosos ojos, y una malicia que tendrán que corregir. Pero te levantaba una fiesta provocando palmas y coros futboleros a la mínima, y el comedor se convertía en un jolgorio; Jesús Manuel volaba dando vueltas sobre sí mismo, viajaba en su furgoneta de juguete por todos los armarios y paredes del albergue imitando el ronroneo del motor con su tímida voz y nos enternecía a todos con su pánico a la explosión de globos; Dori sigue luchando desde su silla para que todo el que se acerque a ella se convenza de una maldita vez que su cabeza está más engrasada que muchas de las nuestras, siendo un ejemplo desde su mirada y desde su sonrisa llena de convulsiones; Toni Tomillo es el abuelo común de todos nosotros, tiene una mirada azul claro y una ternura que supera todas las barreras, y no puede estar sin su periódico. Mi "momento para la alegría" con él fue cuando le leí una noticia de un diario pasado de fecha; David ha vuelto a mi vida tras años de ausencia, y más fuerte que nunca. Porque con su vocecita encerrada en un cuerpo descomunal ha arrancado una sonrisa de mi boca en cada instante, a pesar del cansancio acumulado, de la isquemia cerebral, del agotamiento absoluto; Eugenio es un hombre maduro y "rockanrollero" que camina con toda la lentitud que este mundo a veces necesita, y sus lágrimas tras bajar del autobús me han corroborado el trabajo bien hecho, y tanto él como el resto me han devuelto la idea de que tengo dos manos y que se usarlas perfectamente.

Y las miradas de los peques danzando por el lugar, y la sonrisa cómplice de Frifri, y la dichosa luna más grande que nunca asomándose para luchar contra el frío de la montaña, y los abrazos largos de mis enormes compañeros, y los cambios trepidantes de modelito, y la música de todas las décadas, y una risa que regala risa, y los conciertos en do menor de ronquidos, y las reuniones alargadas en la madrugada...
y una carpeta imposible de encontrar...

Sin embargo, Juanita no ha sonado todas las veces que hubiera querido, a pesar de la insistente mirada de "la roja"; en realidad, le falta la última cuerda. Esta mañana le he comprado un juego nuevo.