Hace sol en el bosque, en el que hoy jugarán mis sobrinos con los duendes que en él habitan, y por unas horas olvidaré que todo ha cambiado, que todo cambia cada día cuando te levantas, y que dependiendo de la fuerza que tengas para mirar a derecha e izquierda en la calle, así saldrán las cosas. Sólo uno mismo desde su fuero interno puede cambiarlas. Sólo yo, sólo conmigo.
Sonia dice que esta etapa de la vida es la más hermosa. Rodrigo por su parte, me confesaba hace unas semanas que jamás volverá a vivir algo tan especial como la década de los 20 a los 30.
Hoy en día, me siento entre ambas definiciones. Se que algo bueno me espera, pero por ahora miro atrás sin poder evitarlo. Es como caminar por el borde de un acantilado: miras de reojo al imponente horizonte lleno de belleza, y al tiempo, te guardas mucho de no resbalar, vigilando cuidadosamente cada paso que vas dando.
Por ahora, alzaré los brazos en cruz por ese borde de playa, para jugar a ser equilibrista. Esa es la consigna, jugar...