viernes, 10 de febrero de 2012

Hoy he visto a Juana








Había desterrado por completo de mi memoria lo hermoso que es Olivenza. Hace dos días fui a un taller y a su término, mientras mi cuerpo se adaptaba de nuevo a la calefacción del coche, iba observando con la curiosidad de un niño sus calles, su arquitectura blanca, su aire portugués sin decadencia. Los pasos de cebra no son simples líneas gruesas y milimétricamente separadas, sino originales mosaicos con dibujos rectos y en serie. La noche helada caía con ferocidad cuando arranqué y me dispuse a volver a casa. Entonces volví a verla. Al girar en una abertura que reconocía, tras recorrer unos metros, me la encontré de nuevo sola, iluminada, en medio de aquel frío horrible, en aquella plaza abandonada. Y de pronto, comenzó la conducción automática, porque mi cabeza volvió cinco años atrás sobre sus pasos, supongo yo que para frenar el ritmo y meditar. Lo primero que pensé fue en el tiempo que hacía que no salía del quiste en el que se ha convertido Badajoz. Después, tuve que rectificar la ruta porque me equivoqué de carretera. Ahora era seguro, mi cabeza estaba volviendo a casa tras una clase en la escuela de teatro: "En diez minutos atravesamos Valverde de Leganés; después llegamos a la Albuera, y de ahí hasta que nos incorporemos a la autovía. El resto hasta Mérida es fácil".


Cuando retomé el camino correcto, seguí pensando. Recordé un descanso en el patio interior, alrededor de un pozo inutilizado que lo presidía. La guitarra sonaba alegre, el sol era brillante pero no calentaba. Acabábamos de desayunar en la pequeña cafetería y no nos apetecía entrar en la clase de José Luis. Recordé la excusa que le dije a Pedro para justificar que no me supiera el solfeo: “Yo creo Pedro, que la música es para sentirla, no para estudiarla…”. Pensé en el camino hacia el conocimiento de un personaje, los músculos alternando relax y tensión en el método Stanislavsky, el fascinante bipolarismo de Miguel, la sonrisa etrusca de Amparo, y la mirada profunda y eterna de Carmen. Pude verme haciendo un mortal hacia atrás con ayuda, dando vueltas a la clase con las rodillas sin flexionar, amando apasionadamente, actuando al lado de una voz roja en un concierto privado, o interpretando una coreografía inventada por mí, en compañía de la canción más triste de Evanescence.
Me vi feliz. Sin estabilidad, sin dinero, sin futuro pactado. Pero feliz. Y felizmente me salté el primer semáforo que hay al entrar en Badajoz. Llegué a casa y abracé a la brujita verde que tengo en la mesilla de noche.
Hoy, he visto a Juana. La conocí hace tres semanas, me empapé de su desgracia pero no conseguía encontrarla. De modo que hoy, “al límite de mi ser, me descubrí corriendo…” hacia ella, porque ha estado a punto de volver a escapar. Sin embargo, no hay nada como tener la certeza que te regala saberte seguro, sentirte valiente, entenderte preparado, y anhelarte como nunca para agarrarte si otra oportunidad “te ofrece la posibilidad de un solo instante de duda razonable…”.

4 comentarios:

Palmiralis dijo...

Me gustan las dudas razonables... tengo pendiente una conversación contigo... y un abrazote, con una prominente barriguita por el medio

chesku dijo...

Hermanita echo de menos esos abrazotes rompecuellos tengo tanto que contarte y q me cuentes...que se prepare sevilla...

Anónimo dijo...

Creo que es maravilloso encontrar a alguien a quien crees haber perdido o ni siquiera habertela cruzado.
Y por supuesto esos momentos de dudas razonables son los que nos dan segundas oportunidades igual que le ocurrió a ese chaval de 15 años que 12 hombres sin piedad quisiero ejecutar.
yo tambien descubrí a alguien a Concha y mucho más tendré que encontrar, espero que busquemos juntos. bikos Ruth

Chesku dijo...

Hasta el momento, me quedo con "Las Meninas" de Velazquez en este 2012. Tu ruti, me has metido en esto, y me encantará no salir nunca de ello juntos!
El 15 de abril, Juana, Lola, Cata, Concha y Flora se "desnudan"...