lunes, 16 de febrero de 2009

Noche de fueguitos

"Ese Cheskuu!!..." Su voz resonaba al otro lado del móvil con una intensidad sólo explicada por la alegría inmensa de quien se sabe feliz, para pasar a explicarme dónde estaba el sitio en cuestión, ya que me había perdido.
Una vez allí, los dos en un sólo camino, con todo lo que necesitaban alrededor del mismo techo de uralita. Una gran mesa de comida, dos grandes recipientes de bebida y en mayor proporción, todo nuestro cariño envasado al vacío, a punto de estallar en una tarde que se convertiría en noche de brasas, guitarra y cante.
Seguramente, recuerdan en estos días todos los años pasados, todas las noches de juerga, todos los problemas resueltos, bailando mientras hacen equilibrios en la cuerda que separa el pasado del mañana. Pero sobre todo, no tienen miedo, no lo conocen, porque están agarrados de la mano y se saben amantes y amados a partes iguales. Y cuando rememoran ahora sus lunas pasadas, su alma, seguramente, se inunda en suspiros, porque entienden que no habrá más lunas sin que sean compartidas.
Nuestras miradas todas puestas en ellos: un ensayo de vals aderezado por una sonrisa común de ambos, que se miraban como si fueran a olvidarse mañana; y representando al futuro que está por escribirse todavía, se debatía entre bailes y lloros Miguelín, que a través de sus ojos de luna clara, observaba a un grupo de locos dando brillo y color a un polígono industrial. Todo girando en torno a dos fuegos que ahora, como dice Galeano, "arden la vida con tanta intensidad, que no se puede mirarlos sin parpadear".
Ellos ya cuentan hacía atrás las horas que les faltan para estar juntos, al tiempo que nosotros les acompañamos en la distancia, vigilantes, procurando que jamás puedan olvidar lo que están viviendo, lo que están a punto de vivir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay muchas palabras que puedan decir lo que siento pero hay una que es muy popular pero que en mi diccionalio es la que mayor valor tiene, sinceramente Ches ¡GRACIAS!




Alberto.

Anónimo dijo...

Me encantó estar ahí y disfrutar de tí en plenitud, de esos dedos, que al deslizarse con fuerza por sus cuerdas, daban vida a aquel corro y levantaba sonrisas de la silla.

No me puedo imaginar la que nos espera en Sevilla!!

Por cierto... "con la sonrisa tierna..."

la cocinilla dijo...

¿Qué es el fuego sin las brasas?