Había mucha gente alrededor, y a la huella le daba vergüenza. Se sentía desnuda. Le dije que no se preocupara, que toda esa gente iba por su cuenta, y que no la miraban a ella. Se dedicaban a fabricar muchas huellas, todas diferentes y cada una con una historia que contar. Por lo tanto, la gente no tenía tiempo para fijarse en ella. ¡Bastante tenía ya con su propia leyenda!
-Siempre escribo cuando veo algo especial. Lo envuelvo en un revuelo de letras, y cuando estoy solo, las coloco a cada una en su sitio.
Por la tarde, el cielo pareció enfadarse de pronto, cuando anuncié mi marcha a la huella. El aire tenso y lleno de humo de nube me hizo recoger más aprisa, y la huella se quedó triste.
Antes de abandonarla, le dije que nunca olvidara que había nacido en la playa más hermosa del mundo, y se durmió plácidamente. Después, se puso a soñar con otras huellas, que iban en muchas direcciones. Ella sintió envidia de sus compañeras, y quiso seguir su camino. Antes de abandonarme, quiso despedirse de mí.
-Si algún día vuelves, búscame en esta playa, y no en otra. Aunque viaje mucho, siempre tendré tiempo para volver con quien me hizo.
-Pero yo no te he fabricado. Ha sido una chica, ¡Era preciosa!
-Ella me ha fabricado. Pero tú, al escribir sobre mí, has conseguido que viva para siempre.