"Sociedad, pareces loca, espero que no te sientas sola sin mí".Eddie Vedder. BSO Into the wilds (Hacia rutas salvajes). Director Sean Penn
En la actualidad, vivimos en un mundo muy extraño. La violencia está tan presente en nuestras vidas, que descansa en cada uno de nosotros, aceptada como algo inevitable. Unos la hacen aflorar, otros no. Pero permanece. Cada día se pasean por nuestras casas imágenes terribles de guerras, niños con miembros amputados, vidas destrozadas por cualquier desgracia, a cual más cruel. Los informativos eligen las más impactantes, porque es “lo que vende”. Y “lo que vende” es lo que nosotros elegimos ver, mientras nos preocupamos por cortar más pan, o echar más ketchup a estas patatas, que, además, ¿hoy no tienen mucha sal?
El hombre no se siente parte de la naturaleza, de ahí su destrucción sistemática a costa del progreso y el avance hacia un futuro ‘mejor’, a base de explotar los recursos naturales como si no se fueran a acabar nunca, para que tengamos buenas autopistas, aparatos tecnológicos de última generación, y toda clase de comodidades… ¡no nos vayamos a morir sin móvil! Todo esto parece inevitable, y genera un debate que sería interesante, si no fuera porque cada opinión que escucho acerca del tema, tiene un interés económico o político. Dadas las circunstancias, ¿a quién le sorprende el estado en que se encuentra Sorty?
Puestos a rendirnos a tal evidencia, centrémonos en lo que está en nuestras manos, en lo que podemos cambiar. Y el trato a los animales no sólo se puede cambiar, sino que, además, ‘es justo y necesario’ (como dicen los buenos creyentes que se apiadan de todo) que lo cambiemos. Es vital que las autoridades se impliquen con hechos, y no con palabrerías absurdas. Es vital que las asociaciones protectoras se ayuden y potencien unas a otras para crear un ente más fuerte, más impactante y más preparado para luchar contra los descerebrados que maltratan a los animales. Es vital que los ciudadanos de a pie denuncien sin parar y de manera determinante cada actuación de estos inútiles mentales. Y es vital que casos como el de Sorty nos sorprendan y nos escandalicen.
Sé que lo que para unos es vital, para otros pasará desapercibido como un caso más de maltrato. El entorno en el que nos desenvolvemos es un monstruo demasiado grande como para luchar contra él, con las únicas armas de la palabra y la denuncia. Pero no hace falta convertirnos ahora al absoluto animalismo para comprender que el
Yo no soy animalista. Nunca he tenido una mascota. De pequeño, un canario encerrado en una jaula, y poco más. Y cuando una mañana en la terraza, jugando con un balón, le di a la jaula del pajarito y ésta cayó al suelo, mi madre decidió que hasta ahí podíamos llegar. Y mi madre tampoco es animalista. Pero por suerte, me ha enseñado que hay que valorar la vida; su trabajo como madre, entre otras muchas cosas, ha estado siempre en mantener en nuestra frente dos dedos como mínimo, para que pueda caber el sentido común en ellos, y no cometer actos que hagan sufrir a lo que sea que tengamos al lado. A lo mejor todo esto es un problema de educación. Si nos educan para maltratar, seguramente maltrataremos; si lo hacen para respetar, respetaremos. Pero por desgracia, no todos los seres humanos medimos nuestra escala de valores con el mismo rasero.
España es, además, un país con una dilatada tradición en el maltrato a los animales. Es inmensamente triste, pero es así. Sorty es solamente un caso más en esta instalada tradición. Hay fiestas tan arraigadas en el tiempo y en el interior de los habitantes de los pueblos, que no conciben una celebración local sin tirar a una cabra por un campanario, sin masacrar a un toro tirándole dardos, hasta que al final le dan un tiro de gracia, sin ponerle a un toro dos antorchas en los cuernos, etc. Y lo más vergonzoso es que el sufrimiento del animal es directamente proporcional al nivel de diversión del alegre parroquiano de turno, que no tiene nada mejor que hacer que ver morir a animales que considera inferiores, sólo para regodearse de ello y decirse a sí mismo: “yo soy humano, valgo más la pena”.
¿Saben? Voy a parar en este mismo momento de escribir, porque creo que las líneas de arriba se van pareciendo mucho a un informativo de las 15h de la tarde, y mucho me temo que a estas alturas se habrán perdido entre las letras para hacer algo, seguro mucho más interesante.
4 comentarios:
Eres más animalista que muchos de los animalistas que he conocido, pero por encima de animalista, una persona tan especial que sabe plasmar con palabras una realidad cruel y al mismo tiempo hacer que nos avergoncemos de hacer de la tierra un infierno para los animales, y hablo de animales de todas las especies entre ellas los "racionales".
Muchas gracias por tu apoyo incondicional, es un gran honor poder contar contigo.
Y de lo más importante: que quien ama, enseña a amar.
Si te han querido, si creciste rodeado de amor, si te empapaste de un ambiente de respeto....querrás, amarás y respetarás. A todos y a todo..
La palabra "AMOR" tiene un sentido más amplio que el utilizado en nuestra cultura, de forma fallida, creo.
¿Tu?
Tu escrito transmite un gran respeto y amor hacia los animales.
Gracias por escribirlo tan hermoso y tan claro.
La pobre Sorty ha sido encontrada por unas compañeras y ya esta a salvo, pero...¿cuantos hay como ella, abandonad@s y que nadie quiere ver?
Con tu permiso y citando al autor por supuesto, pongo el escrito en el blog, acompañando a Sorty.
Gracias por tenerte entre nosotr@s.
Gandhi decía que el desarrollo de una sociedad se medía por la manera en que trataba a sus animales.
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