jueves, 30 de diciembre de 2010

Sólo Ana



Ya golpeas con tu mano firme la puerta de salida. Te vas tan rápido que casi no me doy cuenta de tu agonía. Mueres como un río que desemboca en un mar de luces de colores, entre notas de verbena y charanga, mezclado con ron y confeti. Te marchas, eso sí, con todo tu esplendor, y dejando en mí momentos para siempre.
Serás recordado por tu nacimiento, que coincide con mi cumpleaños: un buen comienzo acompañado, literalmente, por todos los míos. Viviré siempre en el escenario del Lope, con la garganta destrozada y el corazón ardiendo de nervios; brindo ahora por la locura de Villarrobledo, por la romería de mi pueblo postizo, por el bochornoso clima de Brasil, por las ganas de ti, por la cala secreta del Cabo de San Vicente, por la canción inventada de Carrascalejos, por los “mini campamentos” de Caparica, o los conciertos grandes en una pequeña cocina roja, plateada y negra. Alzo mi vaso a favor de seguir haciendo región, de recorrer cada albergue con mis niños, de los retornos a Mérida para vivir la euforia de cada reencuentro, de volver a casa cada tarde.
Te quedan pocas horas de existencia, y te despido con la tranquilidad que me da la sensación de no necesitar nada material, cosa ésta que no recuerdo haber sentido antes. Tengo la certeza de no desear nada inalcanzable, y te digo adiós con la energía que me da saber que has sido mejor que el anterior.

El único regalo que escribiría en una carta dirigida a Oriente, sería que Ana volviera cuanto antes a casa, para que pueda convertirse en “doña Pico”, para que su sonrisa llena de dientes vuelva a brillar. Es lo único que realmente necesito.
Estoy convencido de su regreso, de su abrazo sincero, de su fuerza vital. Lo demás, será un mal sueño del que poder luego limpiarse el sudor.
Brindo contigo por ello, Ana.

martes, 14 de diciembre de 2010

Morente al cuadrado





Tuve la suerte de cruzarme una vez en mi vida con él. Vestido con su traje y corbata negros, aguardaba paciente arrinconado, en un lado del vomitorio derecho del teatro romano de Mérida. Yo me encontraba a dos metros de él y se acercó. Me preguntó si podía adelantarse un poco para ver el espectáculo. ¿Me está pidiendo permiso? ¿Él? Pensé. Obviamente, le dejé posicionarse donde quería. Allí, callado, respetuoso, observó la parte en la que Estrella actuaba en solitario. Ese simple hecho me cautivó en él. Le delató como un ser educado, amable y sencillo.
No conocí mucho del trabajo de Enrique Morente, pero dicen de él, que era un ser culto y adelantado a todos los tiempos; comentan que "partió el flamenco", que jugó con el cante como un niño que adora a su juguete más preciado, con respeto, desde la valentía y hasta donde solo él quiso llegar.
Su hija sin embargo me hechizó desde el primer instante, y por ella fue que indagué más sobre él. Ella, días antes de aquella gala de la que tuve el privilegio inolvidable de formar parte, se relajaba con un cante y un palmeo en familia, sentada en las gradas desiertas del teatro. La gente alrededor sacaba sus móviles para fotografiarla. Yo me guardé de hacer lo propio, no por respeto, ni por vergüenza… No saqué mi móvil porque sencillamente era un momento único, y no quería perderme ni un segundo de aquella voz, de aquella mirada relajada, entre amigos.

Ellos dos fueron el broche perfecto para un verano perfecto. Uno de ellos, nos ha dejado esta tarde. Nada más conocer su marcha, toda la sangre se ha dirigido al rincón del cerebro donde tenía escondido aquel “¿Puedo “asercarme” un poquito…?”
Por supuesto, Morente.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Fieras



Aprieta tus labios cortados contra el peligro que acecha ahí fuera; porque eres, y tienes en ti una fiera. En ti nació, y en ti morirá. En ti empieza y en ti ha de acabar. Tu eres el principio activo de tu Alma, y en ella deben arraigar tus rugidos para que sean expulsados al exterior, y de tamaño estruendo provocado, fabriquen una onda expansiva que arrase con toda des-Esperanza.
Tu fuerza se compone de lo afilado de tus colmillos, de la tenacidad de tus uñas, y de tu sentido animal, que te oculta en la selva eterna de asfalto, que te da cobijo en las cuevas de acero, que te inhibe de todo peligro en tu lecho de pétalos de flores raras. Desde el Alba de tu almohada, has de contemplar tu victoria cotidiana, llorar tus fracasos con entereza y la frente alta, reír tus desdichas nimias, pero tan importantes… y soñar tu futuro.
Las dunas repletas de Soledad de tu cuerpo, deben ser besadas por tus amantes. A ellos te debes dar por entero, a ellos te arrojarás por un pedazo de amor que este mundo te tiene reservado. Pero en la noche, cuando el frío y la clandestinidad se sobrevengan, abrirás bien los ojos, los llenarás de Luna y los mantendrás despiertos, vigilantes, ante la jauría de hienas que te esperan con sus bocas babeantes.
No habrá tregua para el descanso; no habrá Paz sin una guerra, que ya de por sí tienes ganada.
Y solo importará el brillo de tu pelo, la candidez de tus mejillas junto al fuego. Cualquier animal observará tu hermosura, claudicará ante tus labios, se rendirá ante tu pecho ardiente y te deseará con la misma intensidad que un desgarro. Te lamerás las heridas mientras te abrazan fuerte, contra un cuerpo encendido. Solo recordarás las Flores iluminadas de sol, bañadas en Rocío, y rebeldes entre Candelas. Tu centro de mujer se elevará al monte de Venus, donde la fiera volverá a rugir.
Entonces te verás de nuevo en un espejo; contemplarás a tu fiera dormida, que en ti nació, y en ti ha de morir.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El lujo de un consejo

Esta tarde he ojeado un papel en el que se podía leer “Pequeños consejos para una vida”, escrito por un padre a su hijo y entregado el día en que éste se va a la universidad. Lo he leído rápido, por encima… pero se me han quedado algunas cosas.
"Si encuentras a un músico en la calle, párate a escucharle y echa una moneda en su gorra; no te fíes de quien no tiene nada que perder; observa un amanecer una vez al año, por lo menos; di tres cumplidos a tres personas diferentes cada día; no gastes más de lo que ganas…"


Me cuesta digerir ciertas cosas de esto de tener 31. Es cierto que la madurez está asumida e instalada, y por mucho que me empeñe en luchar contra determinados aspectos de la misma, su efecto desolador crece por momentos, y al final, más tarde que pronto espero, acabará por atraparme entre escombros. Mira!, Evitar eso quizá sería un buen sueño...
Las ideas abstractas, coloridas y dibujadas en forma de sueños se van petrificando hasta convertirse en estatuas eternas, y su quietud etrusca me hará cambiar el paso, serenar el ímpetu, crear agujeros en el laberinto vital y abrir una línea recta, que será el camino más corto hacia la salida más fácil.

La cantidad de esas sencillas frases era aproximadamente de veinte, muy fáciles de seguir en su inmensa mayoría. Sin embargo, lo que más me entristece y refuerza al tiempo, es que cuantos más ideales intento sostener, más fuera de la rueda me siento.

miércoles, 27 de octubre de 2010

"Stand by"

En el camino que lleva al final de octubre, tuve ayer que renunciar a pasar por unas montañas que aparecieron al frente. Eran montañas extrañas, llenas de objetos raros y luminosos. Al instante, decidí dar un rodeo y cambiar la hoja de ruta.
Los cambios vitales dan miedo. Algunos objetivos que un día te marcas, se nublan en un momento dado, perdiendo la perfección de su silueta. Esa es una conclusión fácil de sentir, pero muy difícil de asumir.
La cosa se complica si, además, esos cambios llegan por sorpresa; es mal asunto escalar un pico y estar casi en la cima, cuando de pronto una gran tormenta de nieve te da la bienvenida.
Pensar en un montaña entonces, llena de guitarras rotas, desde la que confirmar al mundo tu más interno y directo “yo”, es una primera reacción que en este momento no alcanzo todavía a descifrar. Primero porque es una imagen bella, dramáticamente bella, y sincera con mi espejo. Pero, en segundo lugar, su significado triste y frustrante me hace tambalear en la escalada. El pico metálico de la bota no ha entrado bien en el hielo, y sufro un resbalón que congela las venas.

El efecto de este cruce de sensaciones tan enérgicamente diferentes puede llegar a provocar un alud en una montaña, rompiendo en mil pedazos el silencio, y arrastrándolo hasta la profundidad más sorda y fría.
Sin embargo, respirar hondo y mirar arriba es la primera reacción. Parar. Hacer movimientos lentos mientras escuchas tu propia respiración, como única compañía, e insertar con fuerza el clavo. Después, una mano llegará a alargarse hasta la pared.

Y por último, el impulso.

viernes, 15 de octubre de 2010

Exposición GRIS. COC Badajoz. 14 - 31 octubre 2010






SOLEDAD. I. Solitude; Fr. Solitude; A. Einsamkeit; It. Solitùdine. Sin. Abandono, pena, desierto; Ant. Compañía, alegría. 1. m. Crencia de compañía. // 2. Lugar desierto. // 3. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia o pérdida de alguna persona o cosa.


Soledad
Silencio. La quietud de una noche negra, del fondo marino, del desierto eterno. No puedo ver nada; no hay estímulo posible. Mis pies se detienen obligados por el acantilado, mis manos están atadas, mi oido interno se atrofia. Silencio.





FRAGILIDAD. I. Fragility; Fr. Fragilité; A. Zerbrechlichkeit; It. Fragilità. 1. f. Calidad de frágil. // 2. Flaqueza, debilidad, propensión o pecar. // 3. El mismo desliz, torpeza o culpa.

Fragilidad
Me callas cuando lloras, cuando respiras mi aliento, cuando me robas la ira; al poseer mis sentidos, al orinar en mi lengua, me callas. Sin piedad alguna, sin conciencia de ti ni de mí, como un cruel dictador, me haces callar.







LOCURA. Palot. I. Madness; Fr. Folie; A. Irrsinn; It. Pazzìa. Sin. Alienación, disparate; Ant. Juicio, sensatez. 1. f. Privación del juicio o del uso de la razón. // 2. Acción inconsiderada o gran desacierto.


Locura
Hay sombras en el acantilado; el humo de un cigarro enciende la rabia que habita en los poros, se vacían las copas antaño a rebosar de vino; su cristal estalla con el rugido del alma y los huesos empiezan a astillarse dentro del músculo.





MIEDO. I. Fear, fright; Fr. Peur, crainte; A. Furcht; It. Paùra. Sin. Espanto; Ant. Valor. 1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o mal que realmente amenaza o que finge la imaginación.


Miedo
Los gritos se escuchan en la lejanía. Las cadenas hacen su labor, enredadas en esquejes de ramas muertas. Con el cuerpo aplastado en el suelo, dos ojos sin párpados comienzan a delirar, presas siempre del mismo paisaje.



ABANDONO. Der., Rel. I. Forlornness, abandonement; Fr. Abandon; A. Verlassenheit; It. Abbandono. Sin. Desatención, soledad; Ant. Esmero, amparo. 1. m. Acción y efecto de abandonar o abandonarse. // 2. Renuncia sin beneficiario determinado, con pérdida del dominio o posesión sobre cosas que recobran su condición de bienes nullius o adquieren la de mostrencos.
Abandono
En gris se tornó tu pelo al marcharte; en gris mis uñas tras arañar la tierra. Y con la boca infectada de silencio, de rodillas, empecé a pensarte.

OLVIDO. I. Forgetfulness; Fr. Oublier; A. Vergessenheit; It. Oblio. Sin. Desmemoria, desagradecimiento, prescripción; Ant. Memoria, gratitud, uso. 1. m. Falta de memoria o cesación de la que se tenía de una cosa. // 2. Cesación del cariño que antes se tenía. // 3. Descuido de una cosa que se debía tener presente.
Olvido
Estática la frente, apuntando al suelo, intento pintar mi cuadro justo en el centro de un andén blanco y negro. No recuerdo la grieta de tus labios, ni el sabor de tu saliva, ni la sangre en tus padrastros. También olvidé la fuente de piedra, donde ahogamos nuestras dudas.

NOSTALGIA. I. Nostalgia, homesickness; Fr. Nostagie; A. Heimweh; It. Nostalgìa. Sin. Añoranza; Ant. Olvido. 1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos y amigos.

Nostalgia
La línea en medio de mi rostro elimina mi otra mitad. La oscuridad llega y no existo a medias. No está. Se encuentra condenada en tiempo pretérito, donde sueña con tornar las tablas, torturada por el peso de lo inevitable.






FALSEDAD. I. Falsity, falseness; Fr. Fausseté; A. Falschheit,unwahrheit; It. Falsità. Sin. Mentira; Ant. Verdad. 1. f. Falta de verdad o autenticidad.
Falsedad
Soñé con tu palabra ajena a mi idioma; la hipocresía de tu mirada desvaneció todo aliento. En ti se alzaban muros de piedra, con la verdad encerrada. Tu mentira era tal, que al descubrirla, no cupo en una vida. Y mi consuelo sufrió un infarto


DESENGAÑO. I. Disenchantment; Fr. Désabusement; A. Enttäuschung; It. Disinganno. Sin. Desilusión. 1. m. Conocimiento de la verdad qeu se sale del engaño o error en qeu se estaba. // 2. Efecto de ese conocimiento en el ánimo.
Desengaño
Anhelo todo lo tuyo y no deseo nada ajeno a ti; he bajado a los infiernos, llenos de espejos donde me miro, limpiando mi cuerpo con ardor en la piel. Cada quemadura, una cura; cada cicatriz, un recuerdo imborrable; cada herida cerrada, un motivo para volver a tierra.




SUSPENSIÓN. Rel, Tecnol. I. Suspension; Fr. Suspension; A. Einstellung, Unterbrechung; It. Sospensione. Sin. Colgamiento, parada, enajenamiento; Ant. Prosecución. 1. f. Acción y efecto de suspender. // 2. Censura eclesiástica o correción gubernativa qeu priva del uso del oficio, beneficio o empleo o de sus emolumentos. // 3. En los automóviles y vagones de ferrocarril, conjunto de piezas y mecanismos destinados a hacer elástico del apoyo de la carrocería sobre los ejes de las ruedas.
Suspensión
El tiempo me atrapó entre rejas y mis raíces se arraigaron en tierra negra; las venas conectaron con el humus de esa tierra y como un árbol milenario, busqué rayos de tu sol, ansioso de tu agua.






LUZ. Amer., Arq., Fís. Astron., Méx., Argent., Urug. I. Light; Fr. Lumière; A. Licht; It. Luce. Sin. Fulgor, lámpara, indicio, modelo, jornada, ventana, dinero; Ant. Tinieblas. 1. f. Agente físico qeu ilumina los objetos y los hace visibles. // 2. Claridad qeu irradian los cuerpos en combustión, ignicion o incandescencia. // 3. Utensilio o aparato qeu sirve para alumbrar, como candelero, lámpara, vela, araña, etc. // 4. fig. Modelo, persona o cosa capaz de ilustrar y guiar. // 5. fig. Día o tiempo que dura la claridad del Sol sobre el horizonte.
Luz
Al borde del acantilado, me encuentro, vuelvo a conocerme sentado en roca volcánica y recibiendo la brisa en mi cara. Ya peina el sol el horizonte. Tras de mí, yacen entre humo y cenizas, los restos de una guerra. La espuma marina desata el nudo y la sal limpia las llagas de mis brazos. Tarareo una canción mientras me incorporo, y en la eternidad de la calma, observo a lo lejos mi templo alzado. No tiene rasguño alguno y todos sus braseros están encendidos.

Fotografía: JjOrtíz
Textos: Chesku






































domingo, 12 de septiembre de 2010

La veleta en el viento 2



Te fuiste hace más de una semana, llevándote contigo nuestra amistad enfrascada en una litrona. Ahogaste en ella tu frustración, nacida de la nada y adornada con excusas de un ser débil, tan frágil como el último beso tras una ruptura. Contigo se han ido las horas que habíamos pactado, y hemos dejado de subir al cielo de los imposibles, precisamente porque habría sido imposible llegar al final. Te quedaban metros hasta la meta, pero la rendición ha llegado antes y la decepción ha vuelto.
Has decidido de nuevo convertir esta ciudad en un gran dormitorio por enésima vez, para dejar de moverte de nuevo, tumbándote a esperar no se si el milagro o la muerte; pero sea cual sea tu cama ahora, tu veleta está congelada y ya no hace caso a los mandatos del viento.
Sólo espero que regreses a tu lucidez, a todo lo que nos cautivó en su día y que nos hizo imaginar contigo un triunfo que has querido celebrar poco antes de su llegada. Aprender de ti es lo que nos queda para poder entender en alguna medida lo que ha ocurrido.
Ahora, sintiéndolo mucho por ti, tendremos que ventilar la casa abriendo todas las ventanas.

jueves, 19 de agosto de 2010

Gris

Fotografía: JjOrtíz http://www.flickr.com/photos/elsombrereroloco/


La materia gris, esa que te rodea cuando todo va bien, acechando, siempre preparada para nublar tu cielo, es perenne, está enquistada y es inmortal.
Te cierra los ojos, a pesar de tu afán por mantenerlos abiertos, al igual que cuando el sueño se apodera de ti en una carretera oscura, mientras conduces hasta casa.
Anula tu palabra, bloqueando cada conexión neuronal que permite la articulación de tu boca, de tu lengua. Como una niebla mortecina, se encumbra hasta la cima de tu ser para quedarse ahí, en suspensión.
Sólo tus oídos quedan libres para recibir cada estímulo grisáceo, seco. La costra maloliente de la realidad gris que te amenaza espera fuera. Prepara su plan para entrar en ti, matando a su paso toda brizna de hierba.
Como en un faro misterioso y legendario te encuentras. Siempre acudes, jadeando a cada escalón, hasta su luz gris. Cambias la orientación manipulando su espejo y luchando contra la maquinaria pesada que lo integra. Allá abajo, en el mar, gris a los ojos de la luna, las olas mueren en la roca de tu esencia, se bañan en tu pesadilla para abrir tus poros y sellar tus heridas.
Tu arma son tus pupilas, tu aliado el tiempo y tu enemigo más temido, tú mismo.
La presencia gris dura un segundo, que parece toda tu vida. Al marchar, te dedica una mirada fría y descolorida. Avisa de su vuelta, infringiendo al tiempo en ti un hechizo maligno que te lleva a la amnesia, para que duermas en la calma, para que mueras en paz, por el momento.

jueves, 12 de agosto de 2010

El cazador y la leona




Hubo una vez un hombre experto en la caza de toda clase de especies. Durante sus años de vivencias en el monte, había logrado apresar ejemplares bellos y hermosos, muy diferentes entre sí, pero con una cualidad común: eran rarísimamente únicos. La causa de esta enorme eficacia, era la dedicación casi exclusiva para este fin de aquel hombre, que cada noche, agazapado entre la maleza, llegaba a los lugares más inaccesibles, escondidos y misteriosos. Sus deseos de lograr el ejemplar de su vida no conocían techo.
Sin embargo, tenía un defecto. Cuando conseguía dar caza a un determinado animal, lo cuidaba con un cariño directamente proporcional a la rapidez con la que lo abandonaba. No quería quedarse con ningún ejemplar, por muy hermoso que éste fuera. Bien por no ensuciar la casa, o por la imposibilidad de cuidarlo, o por el clima, o porque simplemente, no tenía ganas. Sea cual fuere la razón, siempre había una buena excusa para dejar de nuevo solo al animal.
Una noche la suerte no acompañó al cazador, que estaba a punto de ver cómo los primeros rayos del sol irrumpían en el cielo, con su bolsa de cazar animales vacía. Cuando empezó a recoger todos sus enseres para marcharse a dormir, pudo sentir una presencia detrás de sí. Despacio y disimuladamente, cogió su arma y la agarró con firmeza, pero suavemente, como había que hacerlo. Al darse la vuelta y apuntar al bulto, resultó ser un increíble ejemplar de leona, pero con algunas diferencias más allá de las normales.
Su piel, bañada ya por la luz tenue del sol, era de un color no inventado, sus ojos desprendían un brillo azabache profundo, y su complexión era absolutamente perfecta, como de estatua milenaria. Su rostro desprendía tal serenidad, que el cazador fue bajando el arma poco a poco, obnubilado por aquel animal.
Decidió entonces acariciarle lentamente el lomo, a lo que la leona respondió con gestos de cariño, meneando la cabeza contra el cuerpo del hombre. Pronto iba a ser la hora del desayuno, de modo que ambos, leona y cazador, emprendieron el camino a su cabaña.
Tras ese desayuno conjunto, vinieron otros muchos, ya que el cazador se quedó con la leona permanentemente, olvidando por un tiempo su más preciada pasión.
Tras unos meses de tranquilidad cuidando de la leona, el cazador volvió a sentir ganas de salir de faena. Pero la leona lo miraba con recelo cada vez que hacía el amago de agarrar su arma, porque no quería que los animales del bosque tuvieran miedo nunca más.
Entonces él, empezó a salir clandestinamente mientras la leona dormía. Procuraba tardar poco y acudía a los lugares estratégicos con rapidez y muchos nervios. Por eso, nunca conseguía apresar nada. Cada vez que regresaba con las manos vacías, se quedaba mirando a la leona, que seguía recostada en la chimenea. Reflexionaba un momento, pensaba en su fracaso, y tras unos minutos, cuando la leona se relamía entre bostezos despertando y le miraba fijamente, ahí parado, su frustración moría en el momento. A pesar de la inactividad de su rifle, era feliz.

Cuando un mal día la leona descubrió el engaño, salió velozmente de la cabaña y se adentró en el bosque. El cazador nunca más supo de ella, y el resto de animales de la zona parecieron marcharse junto a la desilusión de la leona. El pobre hombre echó de menos al único animal que había acogido en su casa durante el resto de su vida.
En su lugar, eran ahora la ambición y la soledad las que dormían todas las noches recostadas en la chimenea.

domingo, 8 de agosto de 2010

Segunda expedición




Amadeo está en la fila de asientos contraria a la mía, en el camino a casa tras otro viaje a Chipiona. Me he sorprendido mirándole embelesado, rescatando la semana tan maravillosa que me ha hecho pasar. Me encantan sus ojos color miel, grandiosos, clavados en la ventana mientras repite movimientos con la boca en una de sus estereotipias, inacabables salvo al darse cuenta de que estoy embobado, observándole en silencio. En ese instante, se ha reído una vez más.
Dicen que en la residencia donde vive no es el mismo que cuando viaja a la playa. Se sienta en la entrada callado, y sólo habla cuando pasa alguien para decirle que su madre le ha regalado un dulce grande. Con nosotros, sin embargo, no para de hacer el payaso con la misma ironía de un señor mayor encerrado en un niño.
Este paréntesis de arena y sol junto a él me ha acercado más a la persona que quiero ser; tras un tremendo trabajo de una semana duchándole, durmiendo con él, apoyándole en todo para que haga lo más posible, me doy cuenta de que sigue siendo una labor insuperablemente hermosa, a pesar de los años y el cansancio. Y me siento fuerte de nuevo. Tomo aire fresco para soportar lo que resta de este largo y asfixiante verano, mucho más tedioso de lo que hubiera imaginado al acabar mayo, con sus pinceladas de felicidad llenando todo el cuadro.
Intento explicarme entonces por qué razón llevo quejándome en todo este tiempo, teniendo todo lo que necesito. Suelo separar psicológicamente esta época del resto del año porque me parece especialmente intensa. Y en esta ocasión, la explosión de recuerdos de veranos ya muertos me impide escuchar el presente con claridad, a pesar de tener bien pegada la oreja. Me empeño en no dejar que una flor enferma envenene todo el jardín de bambalinas que veo todas las noches desde la distancia del sueño, mientras aquí a lo lejos, tengo otro jardín que cuidar cada día.
Lo cual casi me destierra de mi casa anterior y de mi jardín anterior.

Amadeo me interrumpe para preguntar cuánto falta para llegar a casa y decirle a su madre una y otra vez que le he regalado una camiseta. Me hace muy feliz que me abrace y me diga "te quiero mucho" con su voz diafragmática y engolada. Me da aire fresco a espuertas, insisto, para poder seguir adelante en medio de este calor.

martes, 27 de julio de 2010

Donde nace la lluvia

"...Hicimos la mitad del camino hasta la cima y el regreso entero con tan solo leche en polvo y tres galletas para desayunar, una manzana para comer y algo de pasta por la noche (...) En aquel lugar se produce la auto lluvia, es decir, la humedad tan grande que existe unida al calor del desierto hace que las nubes se fabriquen allí mismo; por eso llueve 350 días al año (...) Está en medio de la gran sabana, una inmensa roca en medio de la nada (...) Primero entrabas en una selva, más adelante cruzamos un bosque frondoso, y acabamos en un lugar rarísimo: las plantas eran tan extrañas y gigantescas, que no nos hubiera sorprendido nada ver un dinosaurio (...) En ese sitio, existe un hielo transparente adherido a las rocas. Si no tienes cuidado, resbalas. Mucha gente ha perecido a causa de este hielo (...)".

Esta expedición se realizó hace un mes más o menos, en el desierto de Uganda. Es la coronación de un cinco mil cuyo nombre no recuerdo ahora. Lo que sí se me quedó grabado fue la narración del director de la misma. Me fascinó escuchar este viaje a un lugar tan complicado de describir, tan lejano del hombre en el espacio que roza los límites del tiempo.
Precisamente, volvía a Mérida escuchando la radio. Volvía para comprobar que todo seguía como antes, y que nada había sido dañado por las heridas de ese tiempo.
Sin embargo pasé de largo sin detenerme, me quedé unas horas a 22 km y luego regresé envuelto en el intento fallido, a tan solo diez minutos en coche...
Todavía no era el momento de llegar a esa montaña.

miércoles, 16 de junio de 2010

Debate con fantasmas o La hora de los valientes

Recupero esta entrada para ti:


A mi hermana, para que busque su bruja verde.


Buenas noches.
Bienvenidos a mi casa. Esta noche os he convocado aquí porque no creo en vosotros, no quiero asumir vuestra existencia. Espero que la cena os agrade, porque va a ser la última. Me gustaría, si me permitís, explicarme.
Tú, con ese color negro como de roca interestelar, me recuerdas a locura, me sabes a ausencia, y me dueles con pasión. Te tenía enterrado, te tengo olvidado. No hace falta que vuelvas por aquí, ya no necesito nada de ti. Me regalaste cosas bellas que conservo para crecer, pero a cambio de un viaje penetrando en las entrañas del daño puro, aferrado. Puedes parar. Puedes marchar.
Contigo, sin embargo tengo que convivir el resto de mi vida, estoy resignado a entenderme con tu presencia aunque lucho cada minuto que pasa intentado evitarla. En la oficina, en una ciudad u otra, en la cena, o en la cama. Siempre estás, aunque no en todas las ocasiones entiendo por qué. Por eso nunca me dejas indiferente. Siempre he aprendido de ti, pero quiero cerrarte la puerta. Todo el mundo te teme, y te tiene. Pero no nadie que te quiera. Yo no seré menos.
En cuanto al resto de vosotros, unos adoptáis forma de serpiente ofreciendo manzanas, otros transformáis vuestros colores vistosos en un arco iris grisáceo; algunos aparecéis sin avisar, como una luz de hospital fundida, y otros surcáis el océano doméstico en la noche, lentos como todo lo eterno; unos sois bellos melancólicos, pero inútiles en la práctica; los más peligrosos sois pequeños de tamaño, pero hirientes como alfileres; algunos sabéis más del primer árbol, que del bosque encantado que hay tras él. Todos sois diferentes. Pero igual es mi determinación.

Heridme con ahinco, que más correré yo como un salmón para salvarme de vosotros. Ahora no estoy solo, como antes. Ya no tengo que mojarme la cara con espuma del mar, tarareando un son triste.
Tengo una bruja en la mesilla de noche, a mi lado. Es verde, tiene estrellitas en la falda que cambian de color en la oscuridad. A veces le doy algún golpecillo sin querer cuando me voy a dormir, pero no se cae nunca. Su base de barro es sólida. Es muy pequeña, pero la luz que sale a través de las estrellas de su falda proyectan su reflejo en lo más alto de la esquina contraria de la estancia.

martes, 8 de junio de 2010

La otra Ítaca

Él eligió aquel número de rosas blancas porque era la cantidad de años que ella llevaba en su vida, llenos de ausencias y reencuentros. Después, y una vez que murió un verano en el que intentaba buscarla en otras lunas, resultó que fue ella la que le encontró a él, llegando con su vestido negro imponente, llena de una aplastante lógica, con la seriedad del bello ultimátum, como la última llamada del revisor en el andén. La luz de su presencia había cambiado en lo que dura un tercio, y la magia de sus palabras no era, esta vez, adornada, ni llena de temores o encadenada por sus complejos.
La nueva bruja compuso una mezcla de las más extrañas que habitaban en la tierra. De hecho, eran muy pocos los humanos que estaban hechizados por este mejunje. Sus ingredientes eran sinceros y poseían la fuerza de diez almas. Envuelta en su piel morena, su palabra era verdadera, su mirada firme y directa, y sus manos acariciaban las manos de él, para tranquilizar su sangre y asegurarle que seguía aquí, que ella había amanecido en la playa como él, recorridos ambos por la espuma de las olas, tras una larga travesía por el océano de los tiempos. Los dos se habían salvado de las tormentas infinitas que asolaron su viaje, en el que recorrieron durante todos aquellos años islas llenas de primavera, contemplando desde proa y desde popa valles eternos, a cuyos pies descansaban las costas de países milenarios, que cambiaban de nombre al paso de las edades de la tierra. Cuando llegaron a la playa de aquel bar, miraron hacia atrás, y pudieron divisar a lo lejos, casi en la raya del horizonte del mar, como los pedazos de madera del barco se hundían poco a poco, mecidos suavemente por el viento que navegaba calmado por las aguas cristalinas. Y al instante se miraron, y todo era tan perfecto que hasta las gaviotas dejaron de surcar el cielo, y las nubes grises se despidieron de sus ojos, dando paso al gigantesco sol que reaparecía para recuperar su trono y tomar las riendas de su reino.

Tras un enorme pliegue temporal digno del triángulo de las Bermudas, ambos se reconocieron por última vez en el patio interior de una galería, con el sonido sordo de música y voces al otro lado de la puerta, con desconocidos que pasaban por su lado y celebraban con ellos su llegada a tierra. Juntos decidieron construir refugios por todos los rincones de aquella playa para guarecerse de la lluvia, conscientes de haber salvado la vida. Antes de empezar, no se prometieron nada para siempre, y sólo una cosa acordaron como un pacto de sangre entre adolescentes: buscar la felicidad por encima de las olas...
…Después llegaron otros cuentos, y habrán de llegar otras certezas…

miércoles, 2 de junio de 2010

Mundo chungo


Con toda la tarde por delante me pongo a pensar en este mundo. Y mi conclusión no es muy original: está completamente loco. No se si la razón es esta apatía que me acecha en estos días en los que el calor ha reventado todas las puertas, y se ha instalado en el sofá hasta aplastarme. Ultimamente escucho muchas opiniones, muchas conclusiones cerradas que no dan cabida a discusión alguna. Verdades rotundas llenas de rabia, como si fueran únicas e individisibles. Con esa apatía, he observado atentamente varias pinceladas de este cuadro digno de lo más grotesco.
El derroche de demostración de fuerza de las Fuerzas Armadas, poniendo a Badajoz en estado de sitio con un despliegue que dicen "ha sido más austero que otras veces", y todos los mortales orgullosos, haciendo país con los bolsillos vacíos; o el cerrojazo policial a Mérida y sus ministros de agricultura, con los verdaderos "ministros de la tierra" detrás de una pancarta; los nervios de los funcionarios y pensionistas, que observan impotentes cómo sus ideas están obligadas a morir, cómo sus verdades pretéritas se convierten en mentiras desnudas ante un espejo, que devuelve una imagen teñida de óleos grises, con esperanzas de cambios hacía lo mismo; o los opositores inundados en sus dudas, ante un sueño inalcanzable y deslunado, que condiciona cada impulso que dan hasta provocar un efecto embudo, teledirigido solamente hacia su montaña de apuntes.

Observo todo el cuadro. De arriba abajo. Y me siento acurrucado en una cueva, salvado de la tormenta. Tengo pocas cosas, y acaso he perdido un poco de magia. Serán las fuerzas ausentes, esta apatía que me acecha. Una guitarra esperándome, un semi sótano lleno de metas en pleno centro, y con "lo que la pena vale" como único pensamiento fuerza, luchando contra el verano, que ha llegado a la puerta de casa con la rapidez que la mano de un mago tiene para sacar el conejo de la chistera. Todo será mirar dentro, porque a lo mejor puedo sacar otro cuadro diferente.
No se si el mundo está loco, no quiero abrazar una convicción que no me convence. Pero lo que es seguro es que podemos pintar un mismo cuadro de maneras antagónicas, según nuestra propia visión. La verdad nunca es única ni indivisible.
Goya tuvo dos visiones de La Romería de San Isidro. Me quedo con la primera, me sueño con la primera.

sábado, 22 de mayo de 2010

La Nava con los cinco sentidos

Hace más de diez años que acudí por primera vez a la Nava de Santiago. Había quedado con gente extraña, en un pueblo extraño para hacer con ellos un viaje extraño, nuevo. Las calles estaban vacías, hacía un sol radiante y sólo un par de coches estaban aparcados en la alargada calle donde se encontraba el "punto", lugar de la reunión. Tras ese viaje, la gente que me acompañó dejó de ser extraña, y el pueblo también.
Su cielo, enclavado en medio de una meseta mitad verde, mitad marrón chocolate, es azul como una primavera de Romería, llena de sonrisas de acogida y pañuelos blancos que danzan al aire de los canticos, regenerando el alma hasta desnudarla de alegría. Este pueblo me sabe a carne con tomate, a "multifútbol" en el bar, a segundos padres. En mis manos noto su tacto arrugado de ancianos sabios, de sabiduría de aceite de oliva; siento en mi piel su brisa suave, que es un aliento continuo en la nuca: siempre vigilante, siempre animando a avanzar. Por las fachadas blancas de sus casas suenan canciones de guitarra, que se mezclan con el estruendo de risas rotundas, largas, de esas que te provocan dolor de estómago. Todavía hoy, sus calles siguen evocando en el recuerdo momentos de cielo abierto y de tormenta, épocas de ausencias y amores intermitentes (como decía el dramaturgo Jacinto Benavente: los más perdurables); y los aromas que se me mezclan en el campo que lo arropa, son una composición perfecta de "Agua de Rocío", espigas de trigo doradas, y silencio.
Alguien me dijo en un bar hace mucho tiempo, que "cuando visitas un lugar, no puedes valorarlo por sus monumentos, ya que los edificios, por muy milenarios que sean, no hablan. Hay que ir a los bares, que es donde está la gente. Sabiendo como sienten, conoces de verdad ese lugar". La Nava me lo ha dado todo, y nunca me ha quitado nada. Y jamás me he sentido tan orgulloso de mí mismo, ni tan afortunado como cuando terminó aquel primer viaje extraño, con gente extraña, que nunca más volvió a serlo. Porque a pesar de haber nacido en otro sitio, siempre me hicieron sentir en casa.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La veleta en el viento
















Tiene los ojos siempre llorosos y un color amarillento oscuro en los globos oculares. La voz le tiembla al hablar y da pasos lentos, aunque yo los veo firmes. Se le ve cansado de vivir, pero su raza le empuja al cielo de los imposibles, donde acaricia sus mejillas el viento tranquilizante, que le desvela secretos por la noche, en plena madrugada para que nadie los escuche.
Se escapa de sus pulmones un aliento vacío de deseos, pero el aire que entra a través de la ventana abierta le hace conformarse con levantarse cada mañana. Ya es un avance, dadas las circunstancias.
Cuando camina por la calle se fija en el resto de pupilas clavadas en sus pies, y puede observar cómo cada una de ellas asciende hasta su misma mirada, y ahí, se esfuman. Giran rápidamente hacia cualquier parte, desaparecen para siempre, y él lo sabe. Sabe que esas pupilas no pasarán nunca de la primera impresión, jamás volverán...a no ser que él las busque. Precisamente esa sensación es lo que le ha llevado a caminar, para de esa forma, poder herirla de muerte. Por eso se levanta cada mañana. Ya es un avance, se repite. Vuelve, se queda, llora un poco y sigue adelante. Desnuda su alma enclavada en la nostalgia porque le ha comprado ropa nueva, y quiere que se la pruebe.
Sabe que sus pasos le hacen avanzar, y acoge la desesperante lentitud de la vida con calma, olvidando la angustia de la noche anterior, la jodienda del desvelo y el pavor que le provoca el insomnio, que le espera fiel en su cama.
Ahora sabe que está en un lugar, que le rodean pupilas que no se marchan a la primera. Y para mí que va a quedarse. Entre todas esas pupilas, seguramente construyan un muro de suerte para él. Un muro indestructible. Sólido.
Quedarse es un avance, se dice. No abandonar. Avanzar.
Siempre.

lunes, 17 de mayo de 2010

Historias pasadas, causas presentes




En una casita del campo, vivían un joven matrimonio, el abuelo, padre del esposo y un niño de cuatro años. Todos los días, la familia al completo se sentaba en el comedor para disfrutar de suculentos manjares, y la armonía sólo se interrumpía cuando el anciano sentado a la mesa, dejaba caer una cuchara, vertía el tazón de leche o rompía algún plato; todo ello a causa de su avanzada edad, que hacía que su vista estuviera cansada y sus manos fueran muy débiles. Un día, la esposa, harta de la situación, habló con su marido, y juntos llegaron a una conclusión: "¡No podemos seguir así, lo rompe todo y está insoportable!". De modo que decidieron apartar una mesa más pequeña en un rincón del salón, en donde el abuelo comería a partir de ese momento, con cubiertos de madera. Todos los días, el anciano miraba al resto de la familia, y una lágrima rodaba a menudo por sus mejillas rendidas. Este hecho, lo observaba muy atento el niño de cuatro años.
Una mañana, el matrimonio estaba limpiando la cocina cuando reparó en su hijo, que jugaba en el patio con unos palos de madera. El padre, sonriente, se acercó hasta el crío, y muy alegre, le preguntó: "¿Qué haces?". El niño levantó la vista, igual de risueño, y respondió:
"Estoy haciendo unos cuencos y unos cubiertos de madera, para cuando tú y mamá seáis mayores, podáis comer en ellos."

'Las personas olvidarán lo que hiciste, o lo que les dijiste, pero lo que nunca olvidarán, es
cómo les hiciste sentir'.

jueves, 29 de abril de 2010

Tini



Siempre he admirado a mi primo. Desde que tengo memoria. Hace muchos años le pasó algo en los pulmones y tuvo que ser hospitalizado. Me recuerdo acompañado de mi madre al lado de la cama, haciéndole una visita. Hasta me sorprende recordarlo tan bien, porque no es una escena demasiado especial, pero el caso es que la tengo presente; yo quiero pensar que el motivo es que fue la primera vez que me preocupé por él, a pesar de mi corta edad.
Podría describirlo de mil maneras. Ha sido mi primo, mi amigo y mi jefe, no siempre al mismo tiempo. Hay algo de él que me atrae fuertemente y es su tremenda facilidad para ser feliz. Seguro que tendrá sus travesías por el desierto, pero nunca parece cruzarlo; su positivismo se contagia, su valentía te atrapa y su imaginación te arrolla. Pero el detalle de Tini que más me gusta y en el que más reparo desde hace unos años es su marcado sentido de familia. Es su valor más palpable, el más de verdad, y el que más cuida. Le apasionan sus hijos, adora a Cristina, y a pesar del río de la vida, siempre tiene tiempo para remar al lado de alguno de nosotros, y de ese modo ayudarle a llegar a la orilla. Casi todos nos pudimos encontrar el domingo pasado en el campo de mis tíos, para celebrar que Lucas había llegado a este mundo; en ese campo, hace siglos, jugaba con mis primos a las guerras de pinchos, quemábamos babosas hasta hacerlas chillar (cosas de niños), mirábamos a las ranas de la piscina inutilizada y paseábamos por los alrededores en busca de espárragos. Ese lugar es otro mundo en la actualidad; ha cambiado totalmente y sin embargo, su espíritu sigue intacto a pesar de mi tardanza en regresar.
En las nochebuenas anteriores a la marcha de la yaya, mi primo Tini siempre disparaba fotografías a todos los miembros de la mesa, pero nunca nos ha enseñado ninguna de ellas. Muchos de nosotros se lo echan en cara entre risas, pero a mi no me importa, porque mi primo tiene permanentemente en su cabeza un marco para incluir en él a la gente que quiere.


lunes, 26 de abril de 2010

Malicia en el país de las pesadillas

De lo que pudo ser y no fue, advierto, de eso voy a hablar. De que Burton, en mi opinión, ha desaprovechado una gran oportunidad para hacer la película de su vida (algo difícil por su brutal trayectoria), y en lugar de eso, ha descabezado cual reina roja una historia con un trasfondo diametralmente opuesto a lo que se puede entresacar de esta su nueva obra, rehogando todos los ingredientes de la historia de Alicia en un potaje complicado de digerir, muy bello, pero insulso e indigesto.
Llevo esperando esta película desde que vi por Internet el primer trailer, allá por el verano pasado. Esperaba que el genial director contara la historia de Lewis Carroll, la que todos conocemos y con todo su mensaje dirigido a los "locos adultos". Sin embargo, salgo del cine tras ver algo muy logrado visualmente (marca Tim), pero sin pies ni cabeza. ¿El sombrerero enamorado de Alicia?¿Qué pinta la criatura que tiene que matar Alicia, cuyo nombre ya ni recuerdo?¿Y el bicho que custodia la espada?
Estas cosas me decepcionan, porque me hubiera gustado ver de una vez a una Alicia verdadera, en un lugar maravilloso, en el cual todo es posible y la muchedad algo imprescindible para caminar por sus tierras.
No quiero ser el raro, ya que todas las opiniones que escucho son alabanzas. Me da rabia serlo, es más. Pero esto es así: no me gustan los directores que quieren dejar su huella, su impronta, en pro de los dólares y en contra de las historias mágicas, bellas y auténticas.
Si Carroll levantara la cabeza, probablemente se escondería detrás del gato de Cheshire (el único personaje que me fascinó), aunque éste desaparecería a su capricho, y el autor del cuento tendría que comerse este brebaje.
No me atrevo a asegurar qué digestión tendría.

sábado, 24 de abril de 2010

Felices coincidencias

El día del libro celebrado ayer coincidió con una circunstancia muy feliz: se entregó el premio al Fomento de la Lectura de Extremadura a la Librería San Francisco, de Mérida. Un premio a una iniciativa privada y a una labor de años, realizada por dos personas especiales, trabajadoras, sinceras y sencillas, enormes, y que se toman este galardón, más allá de la importancia que pueda tener, como un reconocimiento a ese empleo constante de sus horas en ese local.
Una librería en la que me he sentido muchas veces como en casa, y donde las historias, reales o imaginarias, se han ido entrecruzando, mezclándose en un genial cocktail formado por páginas de libros antiguos y nuevos, donde han tenido cabida aventuras de amor y de odio, de sufrimiento y de alegrías. Allí dentro han confluido historias hermosas de recuerdos, de ausencias y olvidos, de reencuentros y redenciones. Ha sido guarida de ladrones, paisaje de fantasía para los más niños, madriguera de animales extraños, y hogar con chimenea de amantes.
Todas las semanas, un grupo de personas se reúne entre las estanterías mágicas de la librería para hablar de todos estos mundos, y es por eso por lo que ayer se le otorgó este reconocimiento, merecido con todas sus letras.
La Librería San Francisco ha ganado a lo largo de los años mucho más que un premio: el respeto de todo el que la pisa; y yo he tenido el orgullo y el honor de conocerla.
Felicidades familia Gómez Cabanes.

jueves, 8 de abril de 2010

Balances

¿Cuanto tiempo se tarda en limpiar una casa?¿Qué tiempo empleamos en soplar sobre un libro lleno de polvo para que quede pulcro, como si fuera nuevo?¿Qué tiempo se tarda en pintar una pared vieja de blanco deslumbrado por el sol? ¿Tardamos un año en aprender a reír, o ya nacemos riendo? Ventilar un cuarto, recordar de nuevo la letra en su totalidad de una vieja canción, recuperar sólo para la mente antiguas costumbres infantiles, amueblar toda una cabeza y tenerla lista para "entrar a vivir" o, siguiendo la línea futbolera de S., ser absuelto de una tarjeta roja que te ha expulsado de una final...¿cuánto tiempo necesitamos para ello?
La primera mirada dura un instante, pero hay que tener calma: tenemos toda la vida para olvidarla.

sábado, 20 de marzo de 2010

Día del padre

Te fuiste tras mis tres años de vida, con lo que no tuve tiempo de echarte de menos. Tampoco pude recordarte antes, ni puedo recordarte ahora, ni te recordaré nunca. Hace un año también fue 19 de marzo, tu día, y sin embargo no me acordé de ti. No me preguntes por qué, yo tampoco lo se, pero este año sí lo he hecho.
He rememorado tus fotos, esa en la que haces una mueca a tu esposa, o esa otra en la que abrazas a tu otra hija. Pero sobre todo, he tenido presente el cuadro del salón de casa en el que apareces retratado, gracias al cual siempre has estado. Permaneces aún habiéndote ido. Tu hermana de Sevilla derrama lágrimas cada vez que me ve, y emocionada me dice que soy "clavaíto" a ti. Tus antiguos compañeros de trabajo me han abordado toda mi vida para decirme lo iguales que somos. Y tu esposa me ha contado alguna vez lo que querías a la gente, cómo la amabas a ella y cómo sufría por ti; tus bromas continuas, tu alegría o tu nefasta manera de cuidarte. La foto más valiosa que tengo es una en blanco y negro, en la que estás vestido con un pantalón gris y una camisa color claro, mirando al objetivo cegado por la luz del sol. Cuando observo esa imagen, es como si me viera en un espejo del tiempo.

Pero lo mejor son los sueños. Cuando transcurren los días y de pronto una mañana, cuando menos lo espero, recuerdo que te he soñado, y apareces tan real que para mí, eres real. Y una pizca de nostalgia que dura lo que un café me invade, y me hace desear volver a verte por la noche. Nunca he creído conscientemente en la "otra vida", pero por suerte todas las pistas me llevan a ti, que no estás aquí abajo. Creo en ti, porque sigues aquí, callado y sin dar guerra. Aquí dentro.

Siempre estás presente, y siempre lo estarás.
FELICIDADES.

domingo, 7 de marzo de 2010

La vereda de los elefantes

Solamente los enseres personales faltaban por recoger. Al llegar estaba todo pulcro, la mano de Juani siempre se nota; sobre mi mesa, todo perfectamente ordenado: el lapicero, el cenicero limpio de colillas, papeles varios, llaves de camerinos, un libro enviado desde Molins de Rei, tarjetas recién hechas con mi nombre completo... Para seguir con la tónica he ido solo, lo quería así. Sin despedidas, sin abrazos. Tampoco había otra opción.
La puerta pequeña de salida no permite la entrada a nadie más que a mí. Iba cargando con los retales de mis recuerdos adormecidos, enrollados durante un mes y medio, y que hoy han repuntado la resaca en mi cabeza y en mis piernas. Todo esta listo ya. El centro sigue como si nada, recopilando la historia haciendo historia, pero sin recordar a nadie que no tenga nombre y apellidos. Pasen y vean, pero solo los que lo merezcan.
Los proyectos tienen que salir por bemoles, sin importar las personas que muevan los hilos detrás de ellos, pisando fuerte la hierba del camino, aplastándola y matando toda vida que en ella habite, como Haníbal y su ejército milenario.

Al salir del piso y con mi mente luchando por soportar el dolor de cabeza, me dio la sensación, a pesar del orden aparente, de estar saliendo de un lugar que había ardido mes y medio antes. Fui a recoger lo poco que se salvó de las llamas y la asfixia que provocó la humareda de los últimos días. Sin embargo, algo se quedó allí dentro: una carpeta titulada "Musiquita pal alma". No tuve tiempo ni fuerzas para llevármela, y aparcando ya cerca de mi casa, en Badajoz, comencé a pensar de nuevo en positivo y decidí que había sido una gran opción. Dejar algo de esencia, de un espíritu benigno en aquel despacho, era lo único que la sangre, hirviente de rabia todavía, me dejó hacer.
Un poco de lucidez entre tanta locura. Mi pequeño pedazo de justicia, un atisbo tan insignificante como la flor aplastada por las pisadas de un paquidermo, pero tan valioso como la semilla que años atrás dio vida a esa flor.
Todo lo que provoca rencor, no debería haber existido nunca. Pero se reconocer lo que se salvó del fuego, y me hace muy feliz saber que lo sigo conservando.

sábado, 27 de febrero de 2010

Sueños de agua

La penumbra envolvía las paredes y techos del misterioso lugar, y avanzando por el pasillo que da la bienvenida, el aroma del incienso y la humedad comenzaron a rodear los cuerpos. Poco a poco, los poros de la piel fueron cobrando protagonismo en clara ventaja a la mente, que se fue marchando de la realidad con la suavidad del esposo que cierra la puerta despacio por la mañana, cuando se marcha al trabajo para no desvelar a su mujer. Los cinco sentidos se pusieron de acuerdo y se dedicaron por entero a recibir cada aroma, color, leve sonido en forma de nota musical, sabor y textura con toda la intensidad que otorgaba la oportunidad de parar el tiempo. Un milenario paréntesis que frenó el tren de alta velocidad de las circunstancias, alimentando la cotidianidad con nuevos ingredientes, en claro enfrentamiento pacífico con la agonía de la rutina excelsa.
Cerrar los ojos, tapar la boca con un beso, mostrar la desnudez del alma sin miedo a exponerse, confiar en la mirada sin velos que la atenúen, saborear las gotas en suspensión del aire, recibir cada estímulo para ser consciente, y buscar la concentración para no concentrarse en otra cosa. Esas fueron las premisas, las únicas reglas no habladas, ni planeadas.
Aquellos sueños de agua inundaron almas, sumergieron para siempre las ruinas de una vida y abastecieron las arcas de la nave, preparándola para surcar los mares durante meses, sin necesidad de tomar tierra.

martes, 9 de febrero de 2010

A puerta cerrada, ventana abierta

Lo primero que recuerdo al cruzar la enorme puerta trasera del escenario es un olor fuerte resultado de la mezcla de sudor y maquillaje; luego, tras colocar todos los trastos a través de la penumbra de los focos superiores, nos miramos tras el telón bajado. Se hizo el negro y el órgano empezó a sonar. De ahí hasta el final, nervios, garganta seca...y mucha luz. Tras eso, el shock tardó en marcharse todavía un rato. Mi mente fue ocupada por la actuación y aún en la soledad, caminando hacia el coche, los oídos taponados ahogaban mis pasos como cuando sales de un recinto ferial abarrotado de gente y voltios.
Sensaciones parecidas a las de otros tiempos, cuando esa bendita oscuridad previa me sorprendía vestido de mayordomo neurótico, encerrado en una celda preso únicamente de mis complejos, o a lomos de una escoba con cabeza de calcetín, en el papel de Layo, padre de Edipo.

"2010 ha empezado con un carnaval", decimos en un tema. Y tanto: señores! Vamos a cantar... Un pasodoble para festejar y arrancar este año haciendo rueda, cerrando puertas que no dejen pasar fantasmas traicioneros (fantasmas también en todos los sentidos) y abriendo ventanas adornadas con lentejuelas, música, pelucas y pintura.
Para irse de este mundo un ratito.
Para verlo sonriendo con dientes nuevos y dejando que pase el fresco con ganas, con fuerza... y con espíritu.

miércoles, 3 de febrero de 2010

martes, 26 de enero de 2010

Diálogo entre soñadores

El aterrizaje ha sido forzoso, pero los pasajeros y la tripulación están bien. El vuelo con destino Badajoz ha efectuado su entrada por la puerta más pequeña del aeropuerto...Por favor, Chesku, mañana ensayo. No te preocupes, mañana ya vivo aquí. Ah! es verdad tío. Mucha suerte. Gracias. Recojan su equipaje facturado y no olviden que AEROLINEAS DE LA SUERTE es su primera agencia de viajes...Chesku, mañana entramos a las 8,30 horas. Me recoges aquí. Sí tío, mañana te veo. Descansa. Y tú. Alguién me para. Oiga, perdone, ¿por qué se llaman así?¿El qué?Las aerolineas...AH! Hombre, es normal. Hay muchos viajes que no se planean, y de repente, sin decidirlo, dejas tu casa como me ha pasado a mí. Claro, y está usted triste...¡No hombre! ¿Y eso?Porque tengo otra casa. Ah! Bueno, entonces sí. Pues me parece un nombre muy acertado, si señor. La gente viaja mucho. Sí, estoy de acuerdo. Eso debe ser por el viento. ¿Cómo?Por el viento, sí. Hay inercias que no son perceptibles al ojo humano, pero que desplazan a la gente. Y, ¿a dónde los lleva? Ah! Pues eso es al azar...a veces. ¿Sabe que pienso yo?. No. Yo creo que la gente se mueve por los sueños, y cuando sienten en el fondo de la piel que los sueños que persigue han desaparecido en el horizonte, cambian el rumbo para buscar otros sueños escondidos. Podría ser, ¿cómo si los sueños murieran? No, hombre. Los sueños nunca mueren. Simplemente, les gusta despistar, se esconden, se disfrazan de carnaval...Son traviesos. Y...¿por qué hacen eso? Porque les gusta jugar, y no quieren que dejemos de hacerlo.

lunes, 18 de enero de 2010

Tango


El Tango es la expresión vertical de un sentimiento horizontal". El pasado sábado descubrí, haciendo un paréntesis en el adelantado carnaval y gracias a unos amigos, un lugar en pleno centro de Badajoz que jamás pensé que podía estar allí. Enterrado en las ruinas de mi ignorancia personal y el conocimiento general (lo comprobé preguntando a mucha gente si lo conocían), existe un inmenso teatro que, muchos años atrás, sirvió de sala de fiestas para las clases obreras de la ciudad, y que hoy está gestionado por una asociación que ha luchado contra su demolición.
Actualmente acoge cualquier tipo de actividad cultural, y el sábado por la noche acudimos a toda una "milonga bonaerense" en la que se cantaron y bailaron tangos.

Los socios de dicha institución utilizan hoy en día sus olvidadas instalaciones, las cuales poseen un encanto antiguo, algo rancio, pero hermoso.

lunes, 11 de enero de 2010

Duendeando a los 31



La vida te arrolla sin compasión cuando vas viendo la cifra que conforma la edad que cumples. Solamente tenemos un cuerpo y hay que cuidarlo (decía alguien muy querido), los ojos van brillando cada vez con más intensidad y las arruguitas de la piel se van librando poco a poco de su diminutivo. En ese camino, es importante pisar con firmeza para que los pies nunca pierdan su tono, hay que palmear las manos constantemente para evitar que el frío del tiempo las congele, se debe poner empeño en todo lo que se viva y dotarlo de la mayor de las ilusiones, para que la mente te lo agradezca con cachitos de alegría.
Hay que llenar de pegatinas de colores el tablón del calendario, sin tachar los días como si murieran con la aurora que anuncia la llegada de la noche, a donde hay que acercarse para sembrar estrellas siempre, siempre que se pueda.
Es fundamental estar acompañado de la gente que te aprecia, que te piensa en algún momento de su vida. Contar con ellos aunque no puedas abrazarlos en plan oso cuando quieras.
La vida te va regalando momentos para guardar en tarritos esenciales, que deberás coleccionar en un buen lugar libre de humedades y peligros que puedan acecharle. No se debe encerrar el alma en un cuarto vacío, donde seguro correrá la suerte de autocompadecerse para evitar los ataques que siempre llegan, y a los que debemos poner freno con grandes tiradas de petardos y amplias y desfiguradas sonrisas. Hay que celebrar cada cifra nueva que vaya sumándose a nuestra historia y seguir manteniendo el punto de locura necesario para poder afrontar el mundo que dicen, es tan complicado como parece.
El soñador pudo comprobar hace dos días cómo todas sus lunas acudían a un mismo encuentro, llenando de alboradas plateadas los rincones de cartulina de una tasca; se sintió orgulloso de los niños y niñas que conocían todas las canciones de la tierra que cantadas con la fuerza de un ciclón de confeti, arrasaron con las arañas que colgaban de los tejados.
Fue ayudado por una bruja piruja que siempre le acompaña llenando de soles sus inviernos, le agarra fuerte de la mano siempre que debe atravesar un terreno lleno de fango, pero sobretodo, le susurra al oído siempre que puede que cuente con ella, que cada vez que la llame acudirá volando con su escoba de serpentinas.
Por arte del embrujo mismo, el soñador quiere más que nunca, seguir regando todas las lunas que pueda para que haya vida en ellas, tocando siempre su guitarra con placa de plata y volando por esta vida, contra viento y marea, contra las sombras que acecharán, en plan comando y disparando escopetas de flores per – fumadas.